Budapest, Memorias de una Erasmus

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Hola a todos, no pensad que todo esto acabó, aquel día de marzo no fue el fin de la experiencia. La erasmus pasó a convertirse en una sensación, en un aprendizaje, en una memoria. Como tributo a ella os presento mi renovado blog “Memorias de una Erasmus”, con una nueva imagen. He escogido una nueva plantilla y la he adaptado totalmente a mi gusto, cosa que me ha llevado bastante tiempo por el tema del lenguaje HTML en el que confieso hacer aguas. La cosa no ha quedado sólo en renovar la imagen, sino que también he reformado la escritura de algunos post ya que el lenguaje no acababa de convencerme, quizá sea porque algunas veces escribía con cierta prisa allí. Además las fotos han sido redistribuidas y algunas cambiadas y están mejor seleccionadas. Algunas entradas tienen un “leer más”, y las entradas antiguas se han llevado a botones de “entradas antiguas” haciendo que la página sea más rápida y la barra de desplazamiento no sea tan minúscula. Y por fin acabé con el viaje a los Balcanes… Todos estos cambios los presento con una nueva cabecera protagonizada por una foto de Budapest que hice en el Monte Gellért en una gélida noche de invierno a -3ºC es por ello que esta foto tiene una especial importancia para mi. Sólo espero que por lo menos os guste un poco más que el diseño de antes… estoy abierto a cualquier comentario al respecto.

Me gustaría decir que quizá alguien piense que todo esto ya no tiene sentido o que esto era para cuando yo estaba allí y que fuera de ello el blog es inviable pero es ahora cuando me es más reconfortante escribir todo esto para mi mismo, con el recuerdo de lo que fue una época dorada en mi vida.

Os dejo con una canción que ya se dejaba escuchar por Hungría bastante y de la que puede que estéis hasta el gorro, pero no sé por qué es ahora cuando me he “enganchado” un poco a ella:

Un saludo a todos y gracias a todos aquellos que durante este tiempo me han estado siguiendo.

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Visitar Bosnia Herzegovina es una experiencia que marca. Parte de culpa tiene esta bella ciudad llamada Móstar. Móstar está al sur del país y es “capital” por así decirlo de la región histórica de “Herzegovina”.


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Puente Viejo o Stari Most de Móstar. Esta foto la tomé desde un bonito mirador en la parte bosnia de la ciudad. Móstar le debe su nombre a los constructores del puente los llamados “mostari”.

En esta ciudad estuvieron desplegadas fuerzas de paz españolas durante 12 años, desde 1995 hasta 2007, por lo que ahora mismo no hay presencia militar en la ciudad ni española ni de ningún otro lugar.

Para llegar a Mostar no tuvimos muchos problemas ya que la comunicación entre Sarajevo es muy buena y salen algo así como 8 ó 9 autobuses diarios. Uno de los que salen bien temprano es de los que cogimos. De tan pronto que queríamos irnos recuerdo que casi llegábamos tarde y al final acabamos corriendo por Sarajevo!.

Antes de seguir me gustaría decir que en Sarajevo, así como en cualquier ciudad nunca debes viajar sin billete en transporte público aunque parezca que no te lo van a pedir, porque adivinad lo que nos pasó…, multa de 20 € por no llevar billete en el tram… desde entonces nunca me he montado en el transporte público sin billete por mucho que parezca que no te lo van a pedir porque más o menos de 10 veces que te arriesgas 1 de esas te pillan y tiras por tierra todo lo que habías ahorrado. Así que ese fue el fin del choriseo de los tickets, y a partir de ahí siempre siempre con billete. Y claro como para no pagar… si no quieres pasarte unas horitas en el calabozo y montar un pitote de los buenos es mejor pagar, aprender para la próxima vez y ya está.

Después de ese momento crítico nos bajamos del carísimo tranvía en la estación de autobús que está junto a la de tren y al Avaz Twist Tower. Allí un tío nos ofrecía llevarnos a los 7 en un minibús a Mostar por la mitad de lo que costaba el autobús, pero no nos fiamos un pelo de él. No soy quién para recomendar o no confiar en esta gente, pero vamos que yo no me fiaría mucho de esas cosas y preferimos viajar en autobús de línea.

Este autobús estaba un poco viejo y sucio pero en fin… podía haber sido peor, además sólo iban a ser 140km que separan la capital de Móstar.

Durante los primeros momentos de viaje callejeamos con el autobús por Sarajevo. Circulamos unos 20km por la autopista M-18 (la única que tiene el país) hasta que acabó y se convirtió en una carretera de montaña. Recordar que las montañas que rodean Sarajevo alcanzan hasta 2000m de altura. Todo el paisaje estaba muy nevado, cosa que a mi siendo ilicitano, me sorprendía mucho.

A los 50km o así la nieve se perdió y comenzamos a bajar altura para ir entrando en un precioso valle con los Alpes Dináricos al fondo y el Río Neretva serpenteando a los lados de la carretera. Frondosos bosques, lagos y cascadas de agua del deshielo, los paisajes eran de ensueño.

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En primer plano, paisaje que deja sin palabras. Esta foto la tomé desde el viejo autobús que nos llevó a Móstar. Durante el trayecto tenía el pensamiento de “¿cómo es posible que en este entorno tan idílico, se hubiese desatado tanto odio?”. Abajo a la izquierda autovía M-17 a las afueras de Sarajevo. A la derecha una de tantas mezquitas que estaban esparcidas por la zona

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En las inmediaciones de Sarajevo, todo nevado.

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Aspecto de un típico pueblo. Podría pasar por un pueblo del País Vasco o Cantabria. Las ciudades y pueblos parecen “buscar” a las carreteras principales.

Tras el trayecto, llegamos a Móstar una ciudad de 130.000 habitantes (Tarragona 146.000), en una estación más o menos moderna. La temperatura en Móstar era fría pero no tampoco mucho, más o menos como en Budapest. Había gente y tráfico en la calle además de muchísimos turistas, más de los que pudieras imaginar… Pronto nos adentramos en esta ciudad que étnicamente la habitan mayoritariamente croatas y musulmanes. Los primeros se hallan al oeste y los segundos al este.

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A la izquierda Pili sintiéndose como en casa XD. A la derecha el autobús que nos llevó de Sarajevo a Móstar. Era antiguo pero he ido en cacharros peores.

Ese lugar mágico empuñó las armas, croatas y bosnios unidos contra los serbobosnios. Pero en mitad de la guerra Serbia desistió de invadir la ciudad, debido a su escasa presencia. Por desgracia las tensiones entre croatas y bosnios estallaron, desatándose una segunda guerra entre hermanos. Esto fue la perdición para la ciudad. La condición más baja del ser humano se dio cita en la que antaño fue una bellísima ciudad. El despropósito hizo que en 1993 los croatas volaran el puente viejo (Stari Most). Lo más triste es que la destrucción de este puente no fue un objetivo militar sino simbólico ya que con su demolición se suprimía lo que representó el nexo de unión entre ambas culturas. Sin embargo la pesadilla no había hecho nada más que comenzar ya que tras siglos de entendimiento, cada grupo étnico se confinó en un lado de la ciudad sin atreverse a adentrarse en la zona opuesta por miedo a venganzas y a un odio tan intenso que hizo que la ciudad permaneciese divida durante varios años. La separación no servía de nada, sólo para acrecentar el odio sembrado tiempo atrás y pronto se pidió ayuda. España ayudó a construir un puente de madera provisional para permitir el paso de un lado a otro y en 2003 ambos pueblos se tendieron la mano para poner la primera piedra de la reconciliación, que significaba la primera parte del nuevo puente que debía dejar las cosas como antes de la guerra.

La ayuda fue respondida por el mundo con una obra de la más alta ingeniería para hacer un puente exactamente igual al que allí se encontraba. La más moderna tecnología del momento se empleó para investigar cómo se había realizado el puente. Decenas de ingenieros fueron a la zona para investigar los materiales y las técnicas de construcción de un puente que databa de 1556 siendo realizado por un maestro turco de la arquitectura (Mimar Hajrudin). Buceadores húngaros recuperaron piedras que cayeron al Río Neretva para analizar con microscopio el material con el que se había hecho el puente, un material que sólo se encontraba en la zona. Un equipo de expertos turcos se desplazaron también para dar a conocer las técnicas ancestrales de la época y España se volcó para la reconstrucción.

En 2004 Móstar despertó un poco más de la pesadilla y el nuevo puente fue inaugurado volviendo a unir ambos pueblos. Como alguien dijo, ya que Europa no ayudó prácticamente a Móstar, ahora en la paz debe hacerlo.

Sin embargo a mi llegada en febrero de 2009 pronto me sobrecogí al ver que aun los modernos edificios se confunden entre ruinas de tiempos tristes. Aunque está siendo reconstruida, Móstar está un paso por detrás de Sarajevo en esto, y si en Sarajevo “tienes que buscar” secuelas de la guerra en Móstar es todo lo contrario y muy pronto encuentras edificios llenos de agujeros de disparos y metralla. Y es que nada más salir de la estación de autobuses y al emprender camino por la Avenida Marsala Tita de Móstar, decenas de edificios siguen en estado ruinoso, como cicatrices que nos recuerdan cuan lamentable puede ser el pensamiento humano en ocasiones.

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Olvidando un pasado que ahí está. Sin embargo la gente intenta hacer vida normal. Imágenes como éstas son las primeras que pudimos ver nada más salir de la estación de autobuses. En primer plano una imagen habitual en Móstar, impactos de bala se confunden con los intercambiadores de aire acondicionado. Abajo a la izquierda vemos como el estado de algunos edificios tras la guerra es muy malo, tanto que (a la izquierda) se advierte a los viandantes que el acceso a los mismos está terminantemente prohibido. Por un lado están en bosnio y por otro en inglés.

Al igual que en Sarajevo, lápidas emergen de los parques, hoy rodeados de niños sedientos de un futuro mucho mejor. Poco a poco me iba acercando al Río Neretva que cruza la ciudad en toda su longitud. Aun estaba lejos del puente Stari Most pero la estampa ya era inigualable. Una imagen que me inspiraba una mezcla entre Cuenca y los mejores pueblos medievales de España del Cantábrico o de los Pirineos.

La bonita estampa de Móstar está dominada por los minaretes de las numerosísimas mezquitas que salpican la ciudad y por la Iglesia Franciscana Croata que, aunque no muy agraciada, domina el peculiar skyline del lugar. A lo alto de la montaña se hallaba una cruz de hormigón. ¿Acaso así todo musulmán podría mirar arriba y así recordar quién estaba al otro lado?, lo dejo en el aire.

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Vista de Móstar. En primer plano Ana, abajo a la izquierda yo y abajo a la derecha Sara. En Móstar es donde más fotos nos hicimos de todo el viaje por los Balcanes, eso ya os puede dar una idea de lo que nos gustó esta ciudad.

El sonido del bullicio de las calles llenas de comercios y tiendas de souvenirs se entremezclaba con los cánticos de llamadas a oración de los minaretes, extraña sensación. Aun así los musulmanes no mostraban estridentes vestimentas que les “delatara” su condición religiosa. Ni rastro de velos o de la característica piel morena oscura de la gente o multitudes rezando…

Estuvimos viendo varias mezquitas hasta cruzar por un momento al barrio croata para volver a entrar al bosnio por el puente de Stari Most. Acercarse a él es todo un placer. En directo gana mucho la imagen, por lo única de la misma. Impresiona el arco del puente tan pronunciado y único en el mundo. Es una imagen que deja sin palabras y nos desahogábamos haciéndole fotos sin parar durante casi media hora. Hacíamos tantas fotos que Michael acabó por pirarse durante unos minutos (siempre tenía que esperarnos nuestro compañero alemán a que los españoles hiciésemos las fotos…)

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En primer plano, puente Stari Most. El puente es el mayor símbolo de la ciudad. Durante la guerra la gente lo revistió con neumáticos, lonas y trozos de hierro para proteger a la gente que lo cruzaba para buscar simplemente agua potable. El puente no tenía importancia militar (un coche no podía atravesarlo) pero representaba el nexo de unión entre dos culturas y por tanto había que destruirlo, penoso. Tras haber tomado conciencia de esta “brillante idea” el puente tuvo que soportar dos días enteros de bombardeos hasta que un ingeniero que trabajaba en el mantenimiento del mismo le reveló al ejército croata que el interior estaba hueco y les señaló hacia dónde tenían que disparar. Le hicieron caso y dispararon directamente a la cámara hueca haciéndolo colapsar. El anterior puente contenía un mortero de bauxita de color rosa y alúmina de color rojiza, por lo que cuando cayó al Río Neretva el río “sangró”.

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Justo a la salida del puente Stari Most, una piedra clama por no olvidar jamás lo que allí se desató y para que no nos olvidemos de Móstar. Hoy por hoy es una de los símbolos de la ciudad.

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Yo junto al Stari Most

Cuando fui a cruzar el puente me di cuenta que estaba muy pero que muy empinado y el piso era resbaladizo.Daba una sensación muy extraña, como que estabas pisando por algo muy histórico. Al volver al lado bosnio entramos en el barrio turco de Kujundžiluk, reconstruido cuidadosamente para darle el aspecto que tenía antaño. Este barrio es un conglomerado de calles empedradas y empinadas, llenas de turistas y tiendas de recuerdos (arramblamiento de postales que hice). Después fuimos a una mezquita donde ante nuestras caras de embobaos, el vigilante nos ofreció pasar y visitarla (regateo al instante con el precio, “eeeesq somos un gruuuupooo soomos unos pobres estudiannntess….). Subimos al que según él era el minarete más alto de Móstar. Las escaleras del minarete eran muy claustrofóbicas y apenas cabía tu cuerpo. Debían impulsarte sólo las ganas de contemplar unas vistas inigualables de la ciudad.

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Ante tanto que ver, comer era casi lo de menos y optamos por comer y probar algo típico pero rápido, así que qué mejor que ir a una bollería, auténtica especialidad de los Balcanes. Barata y encima estaba todo buenísimo (o al menos todo lo que probé).

Tras un paseo agradable por este barrio (es bonito pero en 1hora como mucho está listo) nos adentramos de nuevo en el barrio croata para encontrarnos después de lleno con una avenida que tiempos atrás marcó otra línea divisoria entre bosnios y croatas. Se encuentra muy cerca del río y es la auténtica separación entre la parte croata y la bosnia. Ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo, esta avenida se llama simplemente “Bulevar”. Este lugar fue donde se desataron los más cruentos combates, siendo escenario casi a diario de un baño de sangre.

Quizá os parezca un poco raro si os digo que avanzar por esta calle puede dañar la sensibilidad, quizá sólo podría entenderme quien haya estado allí.

El dicho de una imagen vale más que mil palabras se cumple en su totalidad:

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Aunque este bulevar está siendo reconstruido todavía quedan muchos edificios en estado totalmente ruinoso (diría que un 40% a 2009). En primer plano, varios edificios restaurados o de nueva construcción contrastan con la dantesca imagen de los edificios destrozados en los combates. Abajo a la izquierda, sector del bulevar totalmente reformada. Abajo a la derecha otro ejemplo del contraste entre el pasado y el presente.

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Iglesia Franciscana croata, también conocida como catedral croata vista desde el Bulevar. La torre es muy alta pero un poco burda… Al fondo (ampliar la imagen para que se vea) se puede ver la cruz de hormigón en honor a los caídos cristianos en la guerra.

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Ver signos de lo que ha hecho España por esta ciudad no es difícil y más en el Bulevar. Después de ver el estado de algunos edificios como el de la foto de arriba es justo considerar como auténticos héroes a los efectivos del ejército que luchaban por mantener la paz. Abajo a la izquierda cartel informativo de cooperación española para la reconstrucción de la ciudad y a la derecha panel informativo en el que se da la primera información sobre la Španski trg (Plaza de España).

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En algunos edificios resultaba fácil imaginar cómo tiempo atrás eran lugares cargados de historia. Abajo a la derecha, siendo testigo mudo del conflicto, este edificio parece clamar tiempos mejores con el cartel que tiene pegado a una de sus fachadas. Abajo a la izquierda se puede comprobar el penoso estado que presentan algunos edificios.

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Algunas pintadas ponían los pelos de punta como si de agudos lamentos se tratasen.

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Vista del sencillo monumento a los españoles caídos por la paz que murieron en la misión humanitaria. Abajo a la izquierda una de las muchas placas que honran a todos los grupos de militares que fueron destinados allí. Abajo a la derecha vista de Móstar desde la Plaza de España. Un bonito cartel preside el edificio de la derecha aludiendo a la reunificación de la ciudad en 2004.

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Algunas vistas del entorno de la Plaza de España. Restos del que sin duda es el edificio que más impresiona. Lo que en su día seguro fue un edificio de diseño atrevido se convirtió en un escenario recién sacado de una película de terror. Abajo a la izquierda vemos como ni el asfalto se libró. A la derecha muy pegado al monumento de la Plaza de España, los restos de lo que debió ser un baño público.

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Cristales rotos, eso era lo único que quedaba de aquel edificio del cual no se si fue un hotel o la antigua sede de la televisión de Móstar… Abajo más muestras de ayuda internacional. A la izquierda y junto a la Plaza de España un Autobús donado por Japón arranca su marcha. A la derecha tras los andamios del gimnasium de Móstar, un póster anuncia que España está cofinanciando las obras de restauración.

Salí del Bulevar pensando en el orgullo de ver como tu país es admirado, imaginando la valentía de aquellos españoles que fueron a buscar la paz y a mediar en el conflicto. España es un país muy respetado en Móstar y ver cómo la ciudad le ha dedicado a nuestro país una plaza en agradecimiento a la labor humanitaria que allí se desplegó, impacta.

Vídeo promocional de las Fuerzas Armadas Españolas con motivo del 20 aniversario de las misiones de paz.

Cuando terminamos de visitar el Bulevar, la noche empezaba a caer, y la hora de ir al tren de vuelta a Sarajevo también. Pero como bien decía mi amigo Alberto no podíamos irnos de allí sin disfrutar de unas buenas fotos de Móstar de noche. Así que apurando un poquito nos dio tiempo a Rubén, Alberto, Michael y yo a darnos una última vuelta por el barrio de Kujundžiluk para comprobar como de noche se convertía en un poblado sacado de cualquier película sacada del medievo. Y allí como no estaba el símbolo, el nexo de unión, renovado y dispuesto a aguantar el tirón por otros cuantos siglos.

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Barrio de Kujundžiluk a la noche. El barrio iluminado gana puntos.

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Vista nocturna de Móstar, tengo que reconocer que mereció la pena quedarse hasta de noche sólo para deleitarse con esta vista y rematar el trabajo fotográfico.

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Vista del precioso barrio de Kujundžiluk desde el puente Stari Most

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He aquí la última imagen que tengo de esta ciudad justo antes de marcharme. una imagen única, no sólo por el puente, no sólo por las calles, no sólo por los monumentos, sino por todo lo que representa para la historia reciente. Un lugar del que aprender. Cuando fui a la Plaza de España, varias placas en español decían que Móstar siempre estará en nuestro corazón, yo corroboro lo mismo.

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